Construir sin contar con un proyecto completo puede ser causa de errores, omisiones y gastos excesivos al realizar la obra. Un proyecto arquitectónico es similar a un plan maestro; gracias a él cada operario de la construcción puede saber en qué parte de la obra debe ejecutar su trabajo, con qué medidas, a qué nivel, con qué especificaciones y materiales, y sobre todo, en qué momento debe intervenir, coordinando su actividad con la de los demás participantes de la obra.

El fin de la arquitectura es el de diseñar los espacios adecuados a las necesidades y deseos del cliente que será su usuario final. Para ello, el arquitecto debe conjugar el diseño del espacio con las necesidades de funcionamiento, estructurales, de confort, de materiales, de iluminación, de instalaciones, de materiales a emplear y de apariencia que brinden a su dueño una obra única y personal adecuada a sus requerimientos y posibilidades.

Esta es una de las capacidades específicas del arquitecto para prevenir la aparición de imprevistos en la ejecución de la obra. El ideal es tener todo resuelto y previsto en el papel antes de que surjan dudas o problemas que pueden elevar el costo de la construcción.